Negro y gris caen sobre la llanura. En la penumbra de las nieblas que caen y se aferran a los relieves, Lü Bu. Se destaca, sombra doblada - niebla sublime de los finales de combate. Casi muerto, el hombre que fue el más temido del Imperio, hijo del hierro y del fuego, traicionado por los suyos y luego traidor al Reino, se devora a sí mismo con su propia leyenda.
En un aroma denso, oscuro y magnético, SORA DORA hoy actúa su renacimiento. Como una cicatriz olfativa, los efluvios - directos, casi metálicos - se abren con un clavo de olor vivo y tánico, dibujando en su estela la aspereza de la sangre sobre una hoja aún caliente. Cuando el corazón late más fuerte, entre el primer choque y el silencio, un trozo de papel de Armenia arde - altar olvidado - mientras el iris, noble y polvoriento, susurra la soledad del héroe.
Más que de gloria y poder, Lü Bu habla de sacrificio y memoria. Una fragancia como un juramento. Que no busca agradar. Que te elige como un arma se ofrece a su guerrero. Leal a todos los que llevan sus sombras con orgullo. Cuya presencia es una epitafio. Cuya silencio es una declaración.
A sus batallas.
